Hoy me llevé para comer un tupper de lentejas. Y no las como porque no me gustan. Pero ayer, sin coacción alguna, decidí que hoy iba a comer lentejas.
Cuando vamos creciendo vamos adquiriendo responsabilidades y aprendiendo a tomar decisiones. Al principio preguntamos a nuestros padres para que nos guíen porque pensábamos, aunque no siempre les hiciésemos caso, que saben qué es lo correcto. Sin embargo, según va avanzando el tiempo y vamos creciendo, las decisiones son cada vez más importantes y nos vamos dando cuenta que, al final, nadie está seguro de cuándo una decisión era la verdadera, porque no existe ese camino. Pero lo que sí que sabemos es que hay veces en las que debemos tomar el más difícil aunque sea el que duela porque ese debería ser el correcto. Claro que, ¿quién está seguro de que sea el correcto?
Y por eso muchas veces preferimos equivocarnos y seguir eligiendo el que no duele o el que nos facilita las cosas. O pasamos de elegir. "¡Ya el tiempo dirá!, ¡ya decidiré otro día", pensamos. Pero en el fondo sabemos que no lo estamos haciendo bien porque a pesar de que muchas veces la vida es injusta y aunque tomemos la supuesta decisión correcta, vemos que no ha servido de nada, no podemos quedarnos de brazos cruzados y no decidir, dejando que pase el tiempo, que ese ser tan maravilloso en el que íbamos a convertirnos sea algo totalmente vulgar, incapaz de decidir por miedo a qué pasará, a arriesgarse, al dolor...
Y llega un momento en que, si los distintos acontecimientos no lo han hecho por ti, tienes que plantarte y decir un ¡hasta aquí!. Y es entonces cuando dices ese "no" al que le gustaría ser un "si", al que le gustaría cambiar... pero que sabe que por mucho que lo intente, por mucho que se disfrace de "si", al final va a tener que desnudarse y no va a ser más nada más que lo que es un "no". Pero, ¿y si ese "no" hubiese podido convertirse en un "si"? ¿Y si en este caso la decisión errónea era el "no"?
Al final, hagamos lo que hagamos, vamos a tener esa duda porque nadie sabe qué es lo correcto, porque nadie está seguro de si su decisión será la mejor entre las distintas opciones. Si ese "no" realmente tenía que ser un "no". Pero en eso consiste madurar, en decir "no" cuando era un "si" y, quien sabe, quizá en darse cuenta que ese "no" sí que puede ser un "si" y ser también capaz de rectificar.
Hoy decidí comer lentejas. Y tampoco me han sentado tan mal
Pd.Iba a participar en la Semana temática de la UC3M que propuso Laura pero... lean el título de mi blog y entenderán la ausencia de post. Eso sí, llegará pero por supuesto, ya tarde.