lunes, 30 de noviembre de 2009

La mujer del Que

Hoy como es lunes y me duele una muela pienso quejarme. Pero no de la sanidad, voy a poner verde a la mujer del Que.

Todos los días, desde hace ya algunos años, según llego a la estación de RENFE de Alcalá de Henares me encuentro con tres periódicos gratuitos (en algunos casos muchos más pero siempre había mínimo tres): 20Min, ADN y Que.

Todos los días, según llego a la estación, me enfado. Como siempre, y a pesar de las horas, voy desde la parada del bus (o andando desde mi casa) hasta que me subo al tren rapidísimo y tenía ya cogido el truco para agarrar los 3 periódicos que me daban. ¿Los tres? Nooo.

La persona encargada de entregar el Que siempre está “a lo suyo”. En este caso “a lo suyo” tiene varios significados:

-Hablar por el móvil: este no suele suceder muy a menudo porque ¿quién recibe muchas llamadas a las 7 y media de la mañana?
Antes de que alguien la defienda, vale, en este punto se puede perdonar que esta persona esté “a lo suyo” y no a lo que tiene que estar.

-Mirar hacia otro lado: esto le sale muy bien. Si tú trabajo consiste en mirar al frente y dar periódicos… ¿qué sucede si no miras y además eres incapaz de dar un periódico mientras giras la cabeza porque tus manazas lo agarran como si fuese Gollum con el anillo? Pues que el pelotón de personas que intentan conseguir un periódico crece.

-Charlar: esta mujer, sí porque es una mujer, debe ser la excepción a esa regla no escrita de que las mujeres son capaces de hacer varias cosas a la vez. Puedo asegurar que en un 60% de los casos está charlando con alguno de sus compañeros. ¿Y por qué ellos son capaces de contestar mientras hacen su trabajo de una forma eficiente y ella no? Ella o charla o entrega periódicos.

-Perder el tiempo: este difiere de mirar hacia otro lado. En este caso se queda viendo como sus compañeros son eficientes y reparten periódicos mientras con (o sin periódico en la mano), ella no hace nada. O ver como pasa la gente. O directamente quedarse apoyada en el carrito de los periódicos.

Desde el pasado septiembre (o incluso antes) la pobre persona que ofrecía el ADN ya no está. Sí el carrito en plan self-service, pero no la persona. Ahora si quieres el ADN tienes que cogerlo. Eso sí, la del Que sí que sigue. Y como ha visto que la gente se agachaba a por el ADN, ha decidido que ya ni intenta hacer como que los reparte. Ya que nos agachamos a por uno…

Yo por mi parte, he decidido leerme sólo el 20Min, para que no echen la pobre persona (y por causas que ya comentaré en otro post).

Obviamente, hay crisis, hay mucha gente en paro por lo que los trabajadores intentar ser eficientes y conservar su empleo. ¿Todos? Nooo.

jueves, 19 de noviembre de 2009

"No hay incidencias"

No sé como hay gente que piensa que la vida es aburrida. Yo ya no sé si todo me pasa a mí o es que me gustan las aventuras. Encima, por hacer lo correcto.

Todas las mañanas, cuando comienzo a ser persona, la Ser se acuerda de los usuarios del cercanías y además de contactar con tráfico, contacta con la Renfe. Todos los días es la misma respuesta "a punto de ser la hora punta, no hay incidencias en el servicio". Y todos los días, me rió de esta afirmación.

Hoy podía llegar tarde al trabajo porque tenía que fichar el paro (es lo que tiene ser becaria) pero ya que me iba a ir de viaje decidí hacerlo por internet y así evitarme el jaleo de llegar tardísimo al curro (por culpa de que, a partir de las 9,15h sólo hay un bus cada hora). Asi que, me levanté a la misma hora de siempre y escuché de nuevo "no hay incidencias en el cercanías".

Cargada con mi maleta me fui hasta la estación donde cogí, como siempre, el tren a Atocha. Un trayecto que dura, de acuerdo con la web de Renfe, 38 minutos se convirtió en casi una hora. Decidí no ponerme nerviosa y pasar de todo. Total, hoy no iba a poder correr al llevar la maleta...

En Atocha el tren de Parla decidió que ¡no venía! Y cuando conseguí montarme ya no iba a llegar al último autobús que me acercaba al curro a horas "decentes". A las 9,14h me bajaba del tren y subí todo lo deprisa que pude las escaleras de la estación. No llegué. Adiós bus de las 9,15 (que ademas, para más inri, suele salir antes a pesar de que al joven conductor le han regañado sus compañeros por eso más de una vez).

Como yo iba calmada y relajada decidí que me iba a tomar un largo desayuno de casi una hora. Hasta que apareció un compañero que decidió que cogíamos un taxi. "Si venga, me voy a gastar mi sueldo de becaria en un taxi", pensé. Finalmente optamos por la otra opción: cogernos un bus hasta que acaba la civilización y alli andar (por polígonos) y si veíamos un taxi cogerlo.

Al final, con 5 euros menos en el bolsillo, yo, mi maleta y mi compañero conseguimos cruzar por la puerta del curro un poco antes de las 10 de la mañana.

Por supuesto, lo primero que hice fue entrar a la web de renfe. "NO HAY INCIDENCIAS (ni hubo porque no venía nada) EN EL SERVICIO".

martes, 10 de noviembre de 2009

Lo que NO se debe hacer en bici

Yo iba a hablar de Alcine, ese maravilloso festival de cine que va ya por su 39 edición y para el que tenía, a falta de un pase, 3 pases. Pero, el destino no lo ha querido.

Cuando el pasado viernes volví a mi casa descubrí que mi modem había pasado a mejor vida. Al menos tuvo una muerte tranquila porque ni se quemó ni se cayó ni nada. Simplemente murió. Y gracias a él ya tenía tarea para el sábado por la mañana.

Como parecía que hacía un buen dí y o tardaba un buen rato hasta el Media Markt si iba andando o sino tenía que esperar el bus opté por la bici. Además, uno de los pocos carriles bicis de mi ciudad sale de mi barrio y acababa en mi destino así que encima las infraestructuras estaban de mi parte.

Mientras pagaba mi modem tuve una revelación: iba a caerme. Y pensé "uy este modelo no me cabeen la mochila, debería o coger otro o pasar por Decathlon a comprarme una mochila más grande". Pero hice caso omiso a mi sexto sentido y decidí que con mucho cuidado podía llevar la bolsa colgada del manillar.

Asi que, tras hacer unos recados y perder 40 minutos de mi vida en la tienda de Yoigo, me volví a subir a mi bici y me puse a peladear. Ya había alcanzando terreno seguro (el carril bici) cuando una ráfaga de aire consiguió lo que piedras, caminos, puertas, ventanas (bueno en este caso no todas) y paredes no había conseguido: hacerme una brecha.

Sólo diré que me ví en el suelo, llena de sangre (tanto yo como el carril bici) y con mis gafas de sol a 20 metros. Al momento pararon varios coches que decidieron calmarme y una mujer me puso la mano en la cabeza para evitar que el chorro saliese. Yo, una vez que vi que mis gafas estaban bien, opté por preocuparme ya que no podía ver la gravedad de mi lesión.

Por supuesto, llamaron al 112 y mi preocupación cambió por mis hormonas. ¡Un chico guapo me decía que me acercaba él al hospital! No se lo permitieron (además, yo no pensaba dejar mi bici así porque sí por muy bueno que estuviese el pavo) y el joven se marchó con el rabo entre las piernas. A cambio apareció otro joven que era técnico de emergencias de la Cruz Roja que me puso una venda y vio que tampoco mi brecha era para tanto. LLamé a mi hermano para que viniese a por la bicicleta, vino la policía (que se llevó la bici a comisaría), la ambulancia y me fui, con la manta que me había dejado una mujer que era majísima, al hospital.

En el hospital me curaron, vieron que no necesitaba puntos y me mandaron para casita con un parte médico que decía que tenía que tomarme ibuprofeno y ponerme hielo y una estupenda hoja (que os escanearé) según la cual no podía comer nada en 12 horas ¿y cómo iba a tomarme la pastilla con el estómago vacío?) ni ver la tele, leer...

Como eran "consejos" decidí comer un trozo de pizza y ponerme a instalar el modem. Ese que no funciona.