lunes, 5 de octubre de 2009

El día que Murphy descansó

Murphy se ha equivocado. Iba a empezar diciendo que soy inmune a Murphy pero todos ya sabemos que en mi caso eso es mentir, y mucho. Pero, por una vez, Murphy no hizo mella en mi vida. Estaría de vacaciones.
Desde hace casi un año tenía pensado organizar una comida en la casa de mi madre del pueblo. Ella es segoviana y varios de mis amigos querían comer cochinillo. Mi idea fue: pasamos el día en Segovia y para evitar que nuestras economías se resientan más, nos acercamos hasta el pueblo de mi madre y allí nos comemos un cochinillo. El único problema en esa idea era el principal: que a mi madre no le importase que varias personas ocupasen la casa. Quien conozca a mi madre sabe que eso era un gran problema que solucioné planteando la comilona en el patio, en la mesa de ping-pong. Así se entraba en la casa únicamente para ir al baño. Ya sólo faltaba que todos nos pusiésemos de acuerdo en un día. Fueron pasando los meses, justo antes de exámenes que era la mejor fecha no se pudo, pasó el verano y en septiembre ya me puse seria. Tras hablar con todos planteé el primer fin de semana que todos teníamos libres: el de 3-4 de octubre. Y recé para que no lloviese e hiciese buen tiempo. Y aunque suene a mala persona también recé para que mis padres no pudiesen ir y estuviesen sólo mis tíos. Vuelvo a decir que quien les conozca sabrá el porque. Mis padres estuvieron, se comportaron como unos grandes anfitriones (mi padre hasta sonrió y mi madre enseñó toda la casa) e hizo un tiempo inmejorable.

Tras muchos emails decidimos que no íbamos a ver Segovia ni La Granja sino el castillo de Coca ya que sólo yo había estado allí. Pensamos que las 12 sería una buena hora y quedamos que nos veíamos allí y que cada uno fuese como pudiese (unas íbamos de Alcalá, otros de Madrid, otros de Galapagar...). TODOS, es decir, diez personas llegamos tardísimo por lo que nos quedamos sin visitar el castillo que cerraba las puertas a las 13,30h por lo que Decidimos que no nos íbamos a arriesgar intentando otra visita y que íbamos directamente a mi pueblo.

Acojonada (es decir, con una histeria que no podía con ella) llegue con mis amigos a la casa de mi pueblo. Presenté a todos y fuimos directos al patio, que gracias al esfuerzo de mi madre y mi tía estaba decoradísimo y limpísimo. ¡Habían recogido flores y colocado tiestos para adornar! Creo que mis amigos no se fijaron en eso porque mi familia les entretuvo con historias de mi infancia, historias que yo prefería que estuviesen en el olvido… y para salir del paso decidí que nos íbamos de allí a tomarnos una caña a la plaza del pueblo mientras esperábamos el cochinillo y a los dos que nos faltaban. Y aquí me vengué de ellos… no lo saben pero en todo momento estuvieron observados por una tía de mi madre que vive en la casa de enfrente (una casa de la que hasta comentaron).

Con el cochinillo bajo el brazo y el estómago lleno de coca cola y cerveza nos volvimos a nuestra mesa de ping-pong para disfrutar de todo lo que nos tenían preparado mis padres y tíos. Como mi tíos nos iban a abastecer de la bebida (entre ella un vino del que prefiero no saber el precio y del que el novio de una, por majo, consiguió una botella), mi madre para no ser menos decidió hacer una sopa de ajo y que fuese toda la comida 100% castellana. Menos mal que no me hizo caso porque le dije el día anterior “si eso seguramente que no le gusta a nadie”. Una olla vacía demostró que me equivocaba. Esto era un empate en toda regla: mama 1- tía 1 así que esta última decidió desempatar ¡haciendo el postre y con una caja enorme de bombones!.

Como este post está quedando muy largo resumiré la comida contando cómo mi tío, que estuvo casi toda la primera parte de la comida con nosotros, siguió contando historias sobre mí y cayó ante los encantos del novio de una de mis amigas, mi madre y mi tía e incluso ¡mi padre! derrocharon simpatía. Y por fin, mis amigos pudieron escalar las piedrecitas de Peñamora y descubrieron que mi pueblo no tiene nada que ver con el de las gominolas.

Y yo por mi parte, descubrí que hacer una buena acción (llevar a tus amigos a comer cochinillo) tiene sus beneficios.


1 comentario:

carrascosa.d dijo...

Menos mal que lo he leído después de desayunar, que de otra forma ahora tendría un hambre xD

Besos!